Se ha comentado previamente la circunstancia de que cuando el delicado equilibrio de la microbiota vaginal se rompe, y disminuyen los Lactobacillus y el ácido láctico, se producen la proliferación de patógenos, siendo los más frecuentes la Candida y la Gardenerella. Ello desencadena, respectivamente, la vaginitis candidiásica y la vaginosis bacteriana. La frecuencia de estos cuadros es muy elevada, casi la totalidad de mujeres sufrirán al menos un episodio a lo largo de su vida. Sin embargo, lo más preocupante no son los episodios aislados de vaginitis, sino los cuadros recidivantes. En este sentido, no es infrecuente encontrarnos mujeres en las que mes tras mes se reproducen cuadros sintomáticos después de una aparente curación. En este apartado hablaremos de candidiasis vulvovaginal recurrente (CVVR), su tratamiento y consejos en la prevención, según la última revisión en American Journal of Obstetrics & Gynecology de enero de 2016.
La entidad de CVVR se ha definido como al menos 3 (4 para algunos autores) episodios sintomáticos de vulvovaginitis en los 12 meses anteriores. Candida albicans sigue siendo la especie dominante responsable tanto de episodios agudos como recurrentes. Además, en la mayoría de los casos, es sensible al tratamiento antifúngico utilizado llamado derivados imidazólicos o azoles. Ello implica que algunas características del huesped, es decir de la mujer, contribuyen a la reaparición de los síntomas, como anomalías en la inmunidad local de la mucosa vaginal así como susceptibilidad genética. Los factores precipitantes para una infección recurrente sólo son aparentes en una minoría de mujeres e incluyen una diabetes mal controlada, un tratamiento inmunosupresor, terápia antibiótica, uso de anticonceptivos hormonales combinados, el embarazo y los geles espermicidas. El papel de la transmisión sexual en la infección recurrente permanece sin resolver. La mayoría de estudios desaconsejan el tratamiento de las parejas de estas pacientes.
Deberían obtenerse siempre cultivos vaginales para confirmar el diagnóstico e identificar especies menos comunes, si es que aparecen. El diagnóstico mediante reacción en cadena de la polimerasa (PCR) para detectar la presencia género Candida, es más sensible que el cultivo, pero no ha demostrado que ofrezca ninguna otra ventaja en la práctica clinica.
Los profesionales pueden ofrecer tranquilidad e incluso garantías en cuanto al control sintomático, pero por desgracia no garantizan la curación. Como ya hemos mencionado, la susceptibilidad a las recurrrencias tiene una base genética que predispone que el estado de colonización vaginal por Candida se transforme en un estado de inflamación, debido a la respuesta imnune hiperactiva. En la actualidad, no tenemos ningún mecanismo para controlar dicha respuesta que no sea facilitando la tolerancia a la Candida, manteniendo la carga fúngica en niveles bajos. Para ello las pacientes reciben un tratamiento que consiste en dos fases, un régimen de inducción inicial, que dura días o semanas, y un tratamiento de mantenimiento durante 6 meses con derivados imidazólicos, ya sea por vía oral o tópica. En casos rebeldes se puede prolongar el tratamiento de mantenimiento hasta un año. Lamentablemente este tratamiento no debe administrarse en mujeres embarazadas. Bajo ningún concepto sería este el momento para plantearse un tratamiento definitivo de su problema.
Solo la mitad de las mujeres permanecerán en remisión clínica completa con cultivos negativos después de un ciclo de tratamiento. En el resto, se vuelve a producir la recolonización vaginal por el hongo patógeno. Sin embargo, algunas de ellas se mantienen asintomáticas debido a la moderación de la respuesta inmunológica hiperactiva y tolerancia vaginal a la cepa de levadura colonizadora. Este estado fisiológico readquirido es el deseado de conseguir con la vacuna que aun se encuentra en fase experimental. Por otra parte es necesario pensar en recuperar el pH vaginal y restablecer de este modo las condiciones favorables para que proliferen y se desarrollen los Lactobacillus, que serán los que protegerán a la mujer de la aparición de nuevos cuadros. Por eso, desde hace ya bastante tiempo se vienen aconsejando los probióticos como tratamiento complementario al uso de fungicidas o antibióticos. Podría tratarse de una alternativa prometedora, costoefectiva y segura en la prevención de recurrencias de vaginitis candidiasica en comparación con los antibióticos, aunque todavía faltan nuevos estudios para afirmar dicha premisa.
Para finalizar os aportamos una serie de medidas generales que podemos llevar a cabo para prevenir las recurrencias de candidiasis vaginal:
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Mantener una higiene íntima adecuada: no aplicar jabones o detergentes agresivos, evitar baños de espuma y duchas vaginales.
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Al ir al lavabo, limpiar la zona íntima siempre de delante hacia atrás, pues a la inversa se pueden transportar gérmenes desde el ano hacia la vulva.
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Limitar el uso de tampones cuando sea estrictamente necesario y mantener un buen recambio en función de la abundancia del flujo menstrual.
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La ropa interior que mejor protege la zona íntima es de algodón. Evitar prendas ajustadas y tejidos sintéticos.
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Lavar la zona íntima antes y después de mantener relaciones sexuales.
A continuación adjunto el articulo completo en caso de mayor interés.
Dra. Darya Dudenko
Núm. colegiada: 23924
Residente 1er año de Ginecología y Obstetricia
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